jueves, 20 de enero de 2011

Plegaria a María

María, madre de Jesús y madre mía,
 a quien abro mi corazón
para librarlo de sus ataduras.

María, tú eres mi amiga,
rosa blanca de la pureza,
sonrisa ampliada y alegre de un niño,
estrella verdadera de la paz.

María, tu corazón es grande:
es un reino de libertad
y el reflejo de mis más nobles ideas.

María, acompáñame enséñame 
a dar y recibir, a reinar y servir.

Que en mis luchas y en mis victorias
siempre estés tú.

Que todos seamos hermanos
y constructores de un mundo nuevo.

Y átamos a tu corazón con cadenas
que nunca se rompan
hasta que te veamos a ti
y a tu hijo Jesús.


Amén.

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